martes, 7 de julio de 2009

¿Poeta o Poetisa?


Para averiguar si una palabra es discriminatoria con respecto al género existe una norma fácil de aplicar en la mayoría de los casos. Así pues, cuando tenemos una palabra que es común a ambos géneros la suelo emplear sin más. Se da el caso de que existen mujeres que reivindican la palabra femenina poetisa. Esta palabra llena de connotaciones antiguas no deseadas para personas que trabajan la poesía. Identificarse con una palabra conlleva definirse asumiendo significados y significantes que la propia palabra representa. No sé si la propuesta sería que cada autora recrease la palabra y le diese una dimensión propia y especial; pero ¿Qué significado objetivo se le da en la actualidad a las palabras POETA y POETISA?
Según el DRAE poeta (Del lat. poēta, y este del gr. ποιητής) es una persona que compone obras poéticas y está preparada para ello. Al ser de género común el artículo la o el diferenciaría el género al que nos quisiéramos referir. Poetisa (Del lat. poetissa): “mujer que escribe obras poéticas”.
Se nombraban así mismas poetas: Rosalía de Castro, Ernestina Champourcin, Gloria Fuertes, Concha Méndez, Gabriela Mistral. También las poetas Lucía Etxebarría, Dulce Chacón.
Como librepensadora siempre me he situado en lugar común con la palabra poeta. Existe una evidencia que hace pensar que ésta estrategia de recuperación de la dignidad a través de la palabra poeta no está siendo válida del todo. Pensándonos incluidas cuando sólo un vistazo por encimilla y se constata que el androcentrismo no ha tenido concesiones con las poetas. Como muestra quedan registrados los premios nacionales de poesía, treinta y tantos desde su fundación, sólo tres poetas o poetisas fueron consideradas dignas de tal honor, ¿techo de crista? ¿Se consideró que en la palabra común poetas no estaban incluidas las poetisas y/o no se presentaron?
Quizás por eso “personas que escriben obras poéticas, y que tienen capacidad para ello” reivindican la palabra poetisa. Ana Rosseti y Aurora Luque por ejemplo.
Ya vemos que no es tan fácil resolver. Volver la vista atrás es desolador. Utilizar palabras actuales, revisadas con perspectiva de género es un camino por recorrer, arduo y complicado. Soy una buscadora de palabras igualitarias que signifiquen lo mismo para un género que para el otro, en nuestro caso POETA. Otra alternativa ya la dijo Unamuno: POETISA/POETISO o también como dijo Dulce Chacón POETA/POETO en el caso en que ellos se quisiesen diferenciar.
En 1492 Nebrija, en su Diccionario latino-español recogía ya poeta como única forma para varón o hembra.
La teoría actual de géneros en castellano anuncia GÉNERO COMÚN: periodista, estudiante, paciente, artista, poeta… La diferencia de género se marca mediante el artículo u otros determinantes.
Es correcto decir POETA y también POETISA, por tanto el hecho de prestigiar a la mujer que trabaja la obra poética debe estar en otras estrategias además de nombrarlas en femenino. Porque ¿quién selecciona las obras poéticas? ¿quién decide lo que se edita? ¿quién recomienda las lecturas? Ahí os dejo trabajillo de búsqueda (en Google por ejemplo), ustedes lo podrán juzgar. Y una recomendación: Mirar con ojo crítico y sobretodo no callarse ante la omisión de las autoras. Podríamos decir: Existo porque me nombran.
¿no os parece?

1 comentario:

AURORA GÁMEZ ENRÍQUEZ dijo...

Etimológicamente, es más correcto usar poetisa en vez de poeta para referirse a mujer autora de poemas; sin embargo, en la práctica, en el uso real de nuestra lengua, ambos términos se han usado y se usan para designar una misma realidad. No observo ninguna discriminación sexista al preferir la utilización de poeta. A mi modo de ver, la fonética de dicho término ha contribuido a diluir en cierto modo una intención sexista del o de la hablante al emplearlo, otorgándole en la práctica -si valoramos la lengua como fenómeno vivo y en constante evolución- un carácter neutro, tal como resulta en la palabra atleta, cuyo género se distingue por el artículo o determinante que la acompaña. La posible interpretación machista del término no es la misma, según mi criterio, que la resultante, por ejemplo, del uso de la palabra juez, profesión vedada históricamente a la mujer, cuya incorporación a la judicatura ha llevado a la necesidad -si no se quiere incurrir en un uso sexista del lenguaje- de emplear su correlativo femenino jueza. Y ello porque, si bien es cierto que el no reconocimiento explícito de la mujer autora de poemas y su eterna exclusión del mundo público literario ha provocado una casi ausencia del imaginario femenino en el concepto de poeta, sin embargo, en las últimas décadas su empleo para referirse a ambos sexos se ha extendido sin ninguna conciencia -creo- por parte del hablante de utilizar un término masculino para designar a una persona femenina, sino, más bien, en la creencia de que se está ante una palabra neutra al modo de atleta, precisamente por la cualidad fonética antes aludida del término poeta, y por su mayor utilización en relación con el de poetisa. Es esa intención subyacente del hablante y del oyente, carente de un imaginario masculino en el uso de la citada palabra, lo que le otorga una neutralidad exenta de sexismo. Razón por la cual no veo necesaria su exclusión, y, más bien, abogo por un uso indistinto de ambos términos, a gusto de cada cual, con la amplitud y la diversidad que nuestro idioma nos ofrece.

Fuensanta Martín Quero