miércoles, 14 de julio de 2010

Libertad individual y tiempo

“La vida humana es sólo tiempo”


Quisiera invitarles a reflexionar sobre el tiempo, sobre la disposición y el uso de éste por las personas. ¿Cómo usamos nuestro tiempo? ¿En qué tareas? Como es habitual en mí les plantearé el uso y disfrute del tiempo de hombres y mujeres desde el punto de vista de género. Para ello utilizaré la definición de tiempo de J. Beriánin que nos distingue entre tiempo cuantitativo y tiempo social o cualitativo, nos dice: “ El tiempo social cualitativo no es infinitamente divisible como lo es el tiempo métrico. Las unidades sociotemporales que computan la eucaristía, un concierto, una representación teatral, un mitin político o un atraco a mano armada, no pueden ser divididas infinitamente ya que perderían su significado, su valor. El tiempo instituido como cualitativo es el tiempo de la significación”.

Desde una óptica de género, acerca de la utilización del tiempo de hombres y mujeres a lo largo de la historia, se observa que han sido y siguen siendo diferentes. En los estudios de Mª Jesús Izquierdo, define el tiempo de las mujeres de carácter continuo, en la medida que los días y las horas se repiten a sí mismos, prácticamente no se establecen diferencias entre laborables o festivos y también es difícil discernir entre trabajo y ocio. Concluye, el tiempo de las mujeres no se vende, aunque si se utiliza, pero no se intercambia como mercancía. Cuando el uso del tiempo responde a un modelo en el que el tiempo se vende a cambio de un salario o de dinero, es un tiempo en el que el trabajo y el ocio están claramente limitados, es de carácter discontinuo.
Otra característica distintiva entre el uso del tiempo cuantitativo (habitualmente rol masculino) y cualitativo (habitualmente rol femenino) es que el tiempo cualitativo tiene carácter heterónomo, es decir, se organiza en función de las necesidades del resto de la familia, el cuantitativo, es de carácter autónomo, es la persona la que organiza su propio tiempo.
Si tomamos en consideración algunos aspectos que recogen el “Atlas Akal” del estado de la mujer en el mundo, se señala que, en torno al 36 % del trabajo remunerado está hecho por mujeres y, como media, el 90 % de trabajadores a tiempo parcial eran mujeres a mediados de los 90.
Con la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, ésta ha abordado el concepto de tiempo autónomo encontrándose con la dificultad de tener que llevar adelante los dos tiempos, tiempo y espacio asignado a los hombres y tiempo y espacio asignado a las mujeres por tradición e historia. Cómo solucionar proporcionando modelos equitativos, prácticos y solidarios. Aquí voy a introducir el concepto de conciliación de la vida familiar o privada y la vida profesional. Conciliar es hacer compatibles dos espacios o esferas, interconectarlos aunque aparentemente sean opuestos. El reparto de responsabilidades domésticas (tiempo cualitativo o social), pretende que las mujeres que tienen que trabajar fuera del hogar no sufran dobles jornadas o triples, como es el caso de mujeres rurales, y permiten que también los hombres disfruten y se beneficien de las relaciones familiares y de los afectos que tienen lugar en el hogar. Este proceso de conciliación, también exige y demanda la corresponsabilidad, no sólo de la pareja, sino también de las personas, hombres y mujeres que trabajan en las organizaciones. Es decir, es un proceso de transformación de la sociedad, responsabilidad de todas y de todos.
La conciliación vida familiar-vida profesional, apuesta por conseguir que hombres y mujeres no limiten su proyecto de vida, sus horizontes temporales a los papeles tradicionales asignados por la sociedad; a desarrollar su vida según un guión escrito de antemano, sino que puedan desarrollarse profesional y sentimentalmente, atendiendo a todas las facetas que hombres y mujeres poseen.
Otro concepto importante a tener en cuenta en esta reflexión es la separación de privado-público que se mantiene en la actualidad reproducida por la división sexual del trabajo. Como nos dice Ana Rubio, profesora titular de Filosofía del Derecho y Filosofía política de la Universidad de Granada, en la ponencia “Necesidades y tiempos: una nueva ciudadanía”. Las sociedad asigna valor a la fuerza física, y niega relevancia social, política y económica al cuidado y reproducción de la vida humana”. Y analiza: “Socialmente se ha mantenido el miedo y la violencia como estructuradores del poder social (Hobbes y Maquiavelo), y no el derecho a la vida y a su protección como eje esencial de la cultura jurídico-política moderna. La naturaleza y el carácter del poder del Estado genera, relaciones entre sujetos de dominio y subordinación, no relaciones igualitarias y libres, en el marco del poder político y social. Si la vida y su cuidado el fundamento y el fin del Derecho y del Estado, la representación simbólica del individuo no es el trabajador consumidor, sino el individuo que asume en primer lugar el cuidado y desarrollo de su propia vida y la de los demás”.
Conquistar libertad individual es conquistar tiempo para sí. Constantemente estamos buscando el equilibrio entre el tiempo cuantitativo y el cualitativo, el trabajo remunerado y el disfrute del tiempo individual y social.
Somos cada vez más personas las que deseamos contribuir a un cambio social e individual destinado a una sociedad más democrática, igualitaria y justa. En definitiva: personas humanas que buscan la calidad de vida teniendo en cuenta los valores.

Un saludo a tod@s:

* El triunfo del tiempo (Representaciones culturales de temporalidades sociales) 1997.
* Las desigualdades de las mujeres en el uso del tiempo. 1988.
* Atlas AKAL de la Mujer en el mundo, 2001.
* La conciliación familiar-vida profesional y III Programa de acción comunitario para la igualdad (1991-1995). III Plan de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres de ámbito estatal (1997-2000).

domingo, 21 de marzo de 2010

¿EXISTE UNA LITERATURA DE MUJERES Y OTRA DE HOMBRES?

¿Hay una literatura de mujeres y otra de hombres? Si la ha existido es por la posición hegemónica y androcéntrica del lenguaje. La subordinación cultural de la mujer hizo que existiese literatura femenina. Esta literatura no siempre fue escrita por mujeres sino por varones con clara vocación de educar a éstas en modo de vida subordinado. Actualmente si no hay literatura de mujeres si la hay escrita por mujeres. Es necesario inventar o crear el lenguaje que nos nombre. Un lenguaje igualitario que de momento no viene de la mano de académicos precisamente. La gente en general hace evolucionar el lenguaje utilizándolo y este está siendo el caso. Desde el Arte se puede transgredir e inventar, eso propongo cuando escribo. Jugar con el lenguaje y con las imágenes simbólicas para crear nuevas realidades.
Hay mujeres que escriben y llegan a editar sus obras, a venderlas. Entran en lo que se reconoce como Literatura con mayúscula. Se les estudia, se difunde su obra y recomiendan a lectores. La realidad histórica nos demuestra que existe un techo de cristal, que ha impedido que las escritoras se encuentren en estos puestos visibles. Es un ejemplo los libros de texto anteriores a la Ley de Igualdad. La obligatoriedad en el sistema educativo español de revisar los textos en libros y material escolar dedicados a la enseñanza con perspectiva de género pretende evitar en adelante la discriminación por razones de sexo.
La revisión del lenguaje con perspectiva de género es tarea de mujeres y de hombres. Quienes insistan en un lenguaje androcéntrico y machista quedarán anticuados. La gente cuando habla ya nombra en femenino y en masculino y utilizan palabras generales, neutras que incluyan ambos sexos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

SORORIDAD

Os regalo una palabra: sororidad, solidaridad entre mujeres. Me la regaló una gran mujer, Marcela Lagarde antropóloga y filósofa, en la primera página de la segunda edición de Género y Feminismo, (Desarrollo humano y democracia, 1998); me la volvió a regalar en la edición de Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres que editó el Instituto Andaluz de la Mujer en 1999.
La sororidad está basada en el mutuo reconocimiento de autoridad entre las mujeres. Recomienda oír atentamente a cualquier otra mujer que habla, independientemente de su ideología y de sus creencias. Por tanto, la propuesta de Marcela es la sororidad como pacto político entre mujeres. Contiene un sentido filosófico que se opone a la opresión de género y cualquier otra forma de opresión sobre la tierra. Es por tanto un pacto basado en el reconocimiento a la diferencia, en el hecho de ser diferente y no en el hecho de pensar igual.
La sororidad profundiza en la afectividad entre las mujeres, contrapuesta a la hostilidad que históricamente se propició entre iguales. Para entenderla hace falta separar la herencia cultural que nos han transmitido, de manera crítica, desmontar todo lo que nos han comunicado y que nosotras mismas hemos transmitido. Hemos de empezar a sentir que los procesos de socialización vividos no son intocables y que la herencia cultural es un legado que puede ser criticado y decostruido.